lunes, 16 de agosto de 2010

EDITORIAL Nº 26... YA ESTÁ EN LAS CALLES.


Pareciera ser que los millones de pesos gastados, las comisiones y toda la propaganda publicitaria destinada a la creación de la falsa idea de celebrar los 200 años de vida independiente y republicana se han ido desinflando como simples pompas de jabón. Ni el tremendo espectáculo del mundial de fútbol ha podido dar consistencia a la falsa idea de unidad que debiese predominar para los intereses de los ricos. Es de esperar que en los meses que vienen el gobierno intente inyectarle nuevos aires a esta idea que viene a ser uno de los más efectivos fármacos de falsa conciencia en contra de la lucha y la organización popular y que al mismo tiempo oculta la contradicción con el imperialismo mediante la supuesta independencia nacional.
Si bien la idea del bicentenario ha perdido considerable fuerza, los aparatos ideológicos han permitido que la ofensiva reaccionaria sostenga su curso, sin despertar la protesta a nivel masivo. En esto las organizaciones políticas, las prácticas auto-referenciales y el persistente trabajo del oportunismo tienen mucho que decir. Cómo es posible que haya habido más de 2 mil despidos de funcionarios fiscales en 2 meses del gobierno de Piñera. Cómo es posible que más de 400 dirigentes, a inicios de su gobierno, reunidos en su Asamblea Nacional de la ANEF hayan aplaudido a Piñera displicentemente sobándole el lomo para que cumpliera su promesa de campaña (de que no habrían despidos en el sector público) sabiendo que las promesas son solo eso y que los gobiernos no responden a buenas intenciones sino que a intenciones económico-políticas, de clase.
Hoy más que nunca debemos poner nuestro trabajo por completo a disposición de las masas, servir de todo corazón al pueblo, sin apartarnos de las masas ni por un solo instante. Y para esto se debe romper con las viejas prácticas, con las traiciones en el seno del pueblo, con las alianzas con el enemigo, ya sean ONGs, municipalidades o simplemente individuos que lucran con la organización popular; todo esto por meras rencillas internas alejadas de diferencias ideológicas o discrepancias estratégicas. Declaremos en la práctica el fin de los caudillismos y los sectarismos.
Cuando la derecha ha iniciado una ofensiva antipopular por varios flancos más necesario se hace redoblar los esfuerzos. Cuando la criminalización descarada del pueblo mapuche es ocultada por los monopólicos medios de comunicación debe brotar la solidaridad del pueblo explotado. Si desde El Mercurio y los canales de T.V. los intereses de los señores Espina y Matte se hacen ley, para inducir a las masas a adoptar las posturas de la Línea de Derecha el papel de la prensa militante se hace aún mayor.
Cuando las huelgas de trabajadores a pesar de aumentar cada día en cantidad parecieran flaquear por estar desconectadas, el papel de los agitadores se hace vital, la solidaridad de clase aparece y los aprendizajes deben hacernos entender que si bien nos reconocemos como continuadores de la tradición histórica de lucha del pueblo de Chile, también tenemos mucha herencia de la cual renunciar, mucho oportunismo que desenmascarar, bastante amarillismo que eliminar y ejemplos de malas prácticas que superar.
Si las condiciones son sumamente apropiadas para la agitación y ésta no prende en las masas, la autocrítica debe ser radical. Pongamos nuestro esfuerzo al servicio del pueblo, sin descuidar la guardia frente a los oportunistas. Recorramos el camino prolongado del trabajo con las masas rompiendo así la grandilocuencia y la autocomplacencia. Atrevámonos. Eso haremos nosotros, la historia lo demanda, lo exige la clase, lo ha previsto el pueblo y lo quiere; nosotros debemos cumplir y cumpliremos, Seamos los iniciadores.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Exigir en la práctica una conducta que carezca de toda brizna de caudillismo, de toda forma de sectarismo sin antes tomar posición ante y definir una ideología, un programa y una línea política general es caer en el viejísimo error del economismo. Es un empirismo estrecho y nuevamente crea una falsa unidad.
Se necesitan bases de unidad en el terreno teórico y su aplicación a la actividad práctica. Lo demás es voluntarismo.

Anónimo dijo...

Cuando ni siquiera se ha mencionado una futura unidad la defensa del caudillismo y el sectarismo son muestras de la comodidad en que se encuentran algunos, y en la dependencia de la diferenciación para aparentar unidad ideológica.
Si algunos esperan bases teóricas para dejar atrás el caudillismo y el sectarismo es porque se siguen moviendo dentro de la ideología burguesa a pesar de que renieguen de ella; hacen en la práctica como si el marxismo no existiera a pesar de proclamarlo en la teoría.


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