miércoles, 13 de junio de 2007

La última carta de cinismo por parte del gobierno de la concertación.

En el día de ayer en el contexto de “el día mundial contra el trabajo infantil” la presidente de la república participó en la publicación de la ley N°20.189, que modifica el Código Laboral ajustándolo a los convenios de la OIT 138 y 182 y normando la admisión al empleo de los menores de edad bajo orden de cumplimiento de la escolaridad obligatoria de 12 años.
La ley señala que los menores de 18 años y mayores de 15 podrán trabajar si cuentan con la autorización expresa de los padres, ejecuten tareas livianas y acrediten que cursan estudios y que el trabajo no interferirá en su educación regular. Además su jornada laboral no podrá superar 30 horas semanales.
¿Porqué este gobierno no prohíbe definitivamente el trabajo en los jóvenes que se encuentran cursando sus estudios?

Porque lo que pretende este gobierno no es cuidar a estos niños y adolescentes, si fuese así, le garantizaría una educación gratuita y de calidad, le garantizaría su derecho a una vivienda justa y les daría un empleo digno a sus padres para que les alcance y no tengan que echar mano a los recursos de sus hijos para cubrir los gastos mínimos de las familias necesitadas.

Todas estas regulaciones sólo sirven para darle un carácter humanitario a la sistemática explotación de la clase empresarial en contra de los trabajadores...
Si el código laboral es la voluntad del empresariado convertido en ley, este no es más que un anexo de aquella voluntad.

No somos tan imbéciles para creer que piensan en nuestros hijos. Todas sus regulaciones no son más que voladores de luces para apaciguar la avalancha de rebelión que se les viene encima, no podrán frenarla con leyecillas regulatorias, ustedes saben de que lado están y nosotros también lo sabemos.

Una vida digna para los niños y los adolescentes chilenos, no se garantiza haciéndolos tabajar como máximo 30 horas semanales, sino entregándoles lo que muchos nunca han tenido: Educación, Salud y vivienda, es decir, un mínimo de dignidad humana:

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